27 de diciembre de 2024

Guardianes de las llamas

En estos tiempos me imagino a la esperanza como una velita que vamos llevando en medio de la tormenta. Tratamos de protegerla del viento y la lluvia para que no se apague su pequeña llama. Ponemos el cuerpo, las ideas, las intenciones. Tratamos, tratamos. Pero se apaga. Sí, se apaga y nos quedamos a oscuras, rodeados de ausencias, fracasos y miedos.

En esos momentos es bueno y recomendable meterse para adentro, sin temernos. Dejar el celular, mirar películas tontas, jugar con tu mascota, leer un libro, admirar el movimiento de las copas de los árboles, respirar a conciencia y, especialmente, permitirse la alegría sin culpa. Recién ahí, de a poco, volver a conectar. Levantar la mirada y encontrarse con lxs otrxs, responder ese mensaje que aguarda saber cómo estás. Tal vez y, sin darte cuenta, la chispa de la mecha se vaya encendiendo. Recién lo vas a notar cuando te encuentres compartiendo tu luz con aquellos que están en la oscuridad, esa en la que vos antes estabas.

No suelo hacer posteos de fin de año porque me parecen cursis, trillados, irrelevantes para quien los lee. Tampoco me gustan los consejos, pero este año rompo esa tradición, y me gustaría convocar/invocar/
recomendar que seamos guardianes de esa llamita que se comparte y nos permite sostenernos, que sepamos darla y recibirla, hasta que el fuego sea demasiado e ilumine esta oscuridad.