25 de septiembre de 2011

Vacío

Caminando me di cuenta que soy una sombra; la gente pasaba, me miraba, me hablaba, pero yo sólo era un cuerpo, que caminaba, que respiraba, nadie se daba cuenta que mi alma ya no estaba ahí. No estaba más que el vacío. No estaba, ni pensaba, ni sentía, ni vivía, sólo existía. Vi el reflejo en el subte de una persona que ya no ama, ya no espera, ya no quiere. Me miro a los ojos en ese espejo y me quiero pedir perdón, abrazarme, soltarme. El día pasa y me río, y canto, y bromeo. Trato de comer sin ningún sentido. Digo que deseo volver a casa, terminar el día, pero miento, porque no quiero ya nada. En realidad, quisiera seguir a mi alma, un rato, dejarme, viajar en un sueño, mirarte, tocarte...pero ahora ya no se puede; mi mente ya no te quiere, ya no cree, ya sabe. Inútil fue esperarte, adorarte, pensarte ¡cómo me hubiera gustado entregarte ese mundo...!cómo me hubiera gustado que me regalaras tu sonrisa, estaba segura que la cuidaría, más que a mi vida, más que a nada. Si fuiste lo que más quise en este mundo, fuiste la esperanza por la que me levanté todos los días, fuiste la prueba de que aún sentía, desde que te ví. Te soñé cada noche, te pensé cada día. Te amé de cerca y en la distancia, con la misma intensidad. Conservé en mis recuerdos tu luz, tu vida. Sé que estás feliz, pero no puedo dejar mi dolor...que apaga todas las cosas. Siento que mi corazón de vuelta se cierra: estabas vos y ahora ya no hay nada. Supongo que en algún momento voy a entender por qué la vida juega estos juegos, abre estas heridas. Hoy decidí dejar de luchar por este mundo perfecto, donde dos personas se encuentran y se reconocen, donde el amor no son pocos momentos de risa, sino una sensación de alegría constante, donde no me importaba tocar tu cuerpo sino acariciar tu corazón. Pensé que te iba a esperar siempre, que te iba a amar y nada más, pero mi amor no te sirve, y me alegro que ya nunca lo sepas.