2 de enero de 2016

El tiempo que me pasa

Si te tengo que hablar de mí, sobre qué me pasó este tiempo sin vernos, te diría que quizás me volví más aburrida, más complicada, más enmarañada en mis pensamientos. Trato de simplificarlos en pocas palabras, o dos o tres ideas principales, pero a su vez quedan tan simples e inconclusas, que elijo mejor no explicarlos. Quizás tampoco los llego a entender. Me surgen pensamientos que están en niveles tan distantes, que me pierdo tan sólo buscando razonamientos que me permitan comprenderlos y encontrarles una lógica. De repente me veo leyendo libros extraños, largos, complejos. Riendo de chistes que sólo yo entiendo. Tratando de entender cómo encajan los sentimientos en medio de este sin sentido que es la vida. ¿Vale la pena amar y por qué?¿Qué se busca así? Doy vueltas sobre eso y no entiendo. Entre medio de todo ese caos, te pienso. Recuerdo tu sonrisa esa vez que nos volvimos a ver después de mis vacaciones. De tus pantuflas en la vereda. De tener a unos milímetros tu sonrisa. De tu abrazo que sabe detener el tiempo. Y de repente me veo llorando, porque se que estoy cada vez más lejos de eso. Tan lejos de ese sentimiento. De poder ser simpleza. De poder sentir amor. Tan lejos de vos. Y se que para vos es lo mejor, y eso me tranquiliza. Leí hace poco algo así como que la soledad es adictiva. Que te acostumbrás a la paz y a disfrutar de vos mismo tanto que ya después no querés volver a la sociedad. Pero siento que me falta algo desde que te conozco.