7 de mayo de 2017

De transfiguraciones y otros miedos

La gente no soporta la indefinición. Perdería la cabeza si alguien le sugiere que la mesa no es mesa en realidad. Que es una construcción de su cabeza en base a preconceptos concebidos y enseñados desde tiempos remotos sin cuestionamiento. Pierde la cabeza incluso si sugerís que la mesa está ahí sólo porque vos crees que existe y es cierta, y tiene lógica, y no sorpresas. Apenas podrían aceptar pensar que además de mesa podría ser madera, objeto, materia. O nada. O todo. Es que es necesario crear etiquetas y hacer clasificaciones para creer que el mundo es conocido y predecible. Fantasear que es seguro, que después de este día va a venir otro. Y después del invierno, la primavera. Aceptar que la realidad no es en verdad lo que creemos, crearía un caos, pero sobretodo, miedo. Miedo a aceptar lo diferente, lo extraño, lo anormal. Pero no por intolerancia o por razones, sino por el terror que supondría descubrir que en realidad tampoco somos algo definido y constante. Que cambiamos cada hora, cada minuto, y cada pensamiento. ¿Alguien podría asegurarnos que las cosas siguen ahí cuando nos las miramos? ¿Podrías acaso asegurar cual es tu rostro real cuando no hay un espejo? Fluctuamos, fluimos, nos transfiguramos. Descubrir acaso que todos somos todo, y a su vez, nada. -M. (escrito en 2015, o 2014, por ahí)