27 de diciembre de 2024

Guardianes de las llamas

En estos tiempos me imagino a la esperanza como una velita que vamos llevando en medio de la tormenta. Tratamos de protegerla del viento y la lluvia para que no se apague su pequeña llama. Ponemos el cuerpo, las ideas, las intenciones. Tratamos, tratamos. Pero se apaga. Sí, se apaga y nos quedamos a oscuras, rodeados de ausencias, fracasos y miedos.

En esos momentos es bueno y recomendable meterse para adentro, sin temernos. Dejar el celular, mirar películas tontas, jugar con tu mascota, leer un libro, admirar el movimiento de las copas de los árboles, respirar a conciencia y, especialmente, permitirse la alegría sin culpa. Recién ahí, de a poco, volver a conectar. Levantar la mirada y encontrarse con lxs otrxs, responder ese mensaje que aguarda saber cómo estás. Tal vez y, sin darte cuenta, la chispa de la mecha se vaya encendiendo. Recién lo vas a notar cuando te encuentres compartiendo tu luz con aquellos que están en la oscuridad, esa en la que vos antes estabas.

No suelo hacer posteos de fin de año porque me parecen cursis, trillados, irrelevantes para quien los lee. Tampoco me gustan los consejos, pero este año rompo esa tradición, y me gustaría convocar/invocar/
recomendar que seamos guardianes de esa llamita que se comparte y nos permite sostenernos, que sepamos darla y recibirla, hasta que el fuego sea demasiado e ilumine esta oscuridad. 

25 de diciembre de 2023

El camino del misterio

 

Cuántas historias hay en el mundo. A veces, mientras viajo en un tren, me pongo a pensar…

Observo alrededor y veo tantas caras, miradas, ojos, pieles, vestimentas.  Gente que vuelve de algún lugar y va hacia otro.  Gente que es esperada por algún otro, y gente por la que nadie va a preguntar hoy.

Vidas, caminos, historias, decisiones. Alegrías, tristezas.

Confieso que siempre pensé que había una forma de vivir. Algo que los demás sabían y yo no.

¿Por qué vivir y encajar parecía tan fácil para todos?

¿Por qué todos daban los mismos pasos, más o menos en el mismo orden y tiempo?

¿Todos querían lo mismo?

Toda mi vida me la pasé pensado que yo era rara. Ante sueños o deseos, una voz tras de mí me preguntaba: ¿Qué haría una persona normal en este caso?

-Es que a veces los padres, o las personas queridas, se convierten en una voz que retumba, opinando aun en situaciones que nunca han vivido-

He estado mucho tiempo inmóvil, sin querer incomodar a nadie con mi presencia. Todavía me pasa, es cierto. Es que hace muy poco descubrí que ese es el nudo para destrabar la trama. Y tejer diseños nuevos.

Porque –y esta es la noticia del posteo-: no existe plan, técnica ni método para vivir. No hay decisiones correctas o incorrectas. Sólo hay decisiones. Porque no hay una meta donde llegar, un caminito claro y seguro –aunque muchos sigan el estándar, y crezcan impolutos y estandarizados-.

Lo único que nos va a llenar el alma es haber caminado por donde quisimos y pudimos, intentándolo, tratando de dejar lo mejor nuestro dentro de esta vida efímera. Un camino que si es auténtico se ilumina con cada paso, no antes, y por eso lo llamaré el camino del misterio.

18 de diciembre de 2022

Siempre

 



"Yo siempre te quise", le dije, mientras se alejaba.

"Siempre te quise", pero no me escuchó.

Tal vez, lo dije para mis adentros.

Tal vez, lo dije muy bajo.

Tal vez lo dije para que no me escuchara.

"Siempre", repetí. 

Y siempre era igual.

Siempre de noche y siempre se alejaba.

Siempre tenía que estar en otro lugar.

Y yo siempre, siempre, me quedaba

sintiendo que algo se llevaba de mí.

Pero, ¿qué?¿Qué me faltaba?

Mi tiempo era sin tiempo.

Yo siempre podía.

Y si no podía, podía igual.

Ah...yo siempre...

Lo quería tanto que no podía ser más.

Ninguna otra cosa, nunca más.


M.,15/11/2022


24 de diciembre de 2021

Vos y yo


El hilo que nos une

Invisible

Secreto

Cuando me alejo mucho

Y se hace finito

Ahí estás

Dando pasos alargados

Hasta volver

Cuando te alejás mucho

Y no me animo a buscarte

Engroso mi parte

Sin saber si te soltaste

O me esperás

Ah! El hilo que nos une es muy largo

Nos ata, pero no nos acerca

Es irrompible

Pero no abraza ni sueña

2 de noviembre de 2019

De abrazos ausentes y negados....

Estoy teniendo días de esos donde es difícil encontrar el sentido y la motivación. Siento falta de amor, incertidumbre…y los sueños que anhelo parecen perseguirme como oscuras sombras. “Esto no es lo que querías”, “Estás lejos aún”, “¿Cómo vas a alcanzarnos así?”, me susurran al oído cuando me distraigo. Y otras veces me gritan tanto que no puedo pensar en otra cosa. Y me vuelvo un ser negativo que poco me agrada. Recuerdo que cuando era chica sufría mucho. Siempre estaba triste y sola, convencida que nadie me iba a querer, porque así me criaron. Lejos de mi está la idea de que la infancia es siempre feliz. De hecho, he intentado hacer cosas extremas sobre las que todavía no puedo escribir, ni comprender, ni perdonarme. Me dio pena no ver crecer a mi sobrino, y seguí. Pero hice un pacto. Hice un pacto esa vez... Me prometí que cuando creciera iba a hacerme feliz, iba a intentarlo todo para serlo. Fue la promesa del futuro lo que me salvó de la muerte entonces. Ahora lloro y me duele no haberla cumplido todavía. Es que yo no sé qué es la felicidad. ¿Qué me haría feliz? ¿Cómo descubrirlo? Quiero ser amada y le huyo al amor, sintiendo que no lo merezco. Quiero hacer cosas grandes que mejoren el mundo, y a veces ni puedo levantarme de la cama. Qué es ser feliz, ¿acaso eso existe? O fue una promesa condenatoria, buscando la utopía efímera de una novela. Ya sé; la felicidad son momentos. Los he vivido, muy breves, y se fueron. Yo lo que busco es paz. Quiero estar conforme conmigo y con lo que hago. Y muchas veces no puedo. Estudié algo que detesto. Los trabajos que consigo me llenan de angustia. ¿9 horas haciendo algo que no sirve para nada? Y lo que me interesa, la cuestión ambiental, no sé cómo desarrollarla. Fantaseo en cómo se sentiría despertarse y saber que soy una pieza importante para alguien o para algo. Fantaseo con que alguien vea mi esfuerzo, y me ofrezca la oportunidad que quiero. Fantaseo con que el amor insista, y se quede. Fantaseo y despierto, de vuelta en una neblina que no me deja ver si es de día o de noche. Me digo cosas para tener fe, bajar las pretensiones, disfrutar aunque sea tomar unos mates, pensar que no todo es tan malo…A veces funciona, pero otras realmente me angustio y creo que la única salida sería alejarme de todo, viajar, irme lejos -como si así pudiera escaparme de mí-. ¿Será que un día voy a encontrar la clave para fluir? Mirarme en el pasado y decirme: Uff, qué tiempo desperdiciado en vano, ¡era tan fácil todo!. O, peor, seguir envejeciendo en cuerpo hasta que ya sea muy tarde para soñar grandes proezas. A veces sólo quiero un abrazo, que sea tan largo que arranque la soledad del corazón de esa niña que fui, que soy, y que espera ser querida.

8 de diciembre de 2018

Entre luces y sombras

Yo quería conocerte, si. Quería. Estaba dispuesta arriesgar, otra vez, con tal de sentir algo. Quise quererte. Quise conocerte, aunque sea de forma tibia, acercarme, saber algo de vos que nadie más supiera. Yo quise, M., hundir mi cara en tu pecho y olvidar un rato el dolor. Yo miré tus ojos una vez y encontré esperanza. Fuiste el primer abrazo que pedí, porque quería intentarlo, dejar de disimular mi tristeza, transformarla. ¡Casi que te quería! No sé, es tan rara la vida para mí. Todo fue como un sueño. Ahora te pienso y me imagino que tendrás quien te desvela, quien te interesa, quien te acompaña. Y no sorprende, porque siempre me pasa. Siempre es alguien más que tiene lo que yo no tengo, que hace lo que yo no puedo, y gana. Estoy muy enredada en mí, eso siento. Envuelta en mil soledades, que se acumulan como capas, me mecen y me abrazan, y me alejan de todo. Como un escudo, una casa propia blindada. Y cuando intento salir, no se nota. Eso creo. Me acerco y no se nota. Me acerco y no me ves. Entonces me alejo sin decir nada, porque tampoco te vas a dar cuenta que no estoy. Esto lo recuerdo como a esas noches de verano, eternas, vos sos el farol prendido en el medio de la noche, y yo solo un ente alado que se te acerca, encandilado, tratando de tener un poco más de tu magia y alumbrar la propia oscuridad. Y no se puede, ¿acaso no tengo nada para ofrecerte? Me parece que no, ahora. Me imaginé muchas charlas, ¡tantas! Donde te contaba algunos secretos de mi vida, pero cuando abría los ojos no estabas. ¡Y sé que afuera hay tanta gente que no es tan complicada! Así que andá, pues, yo no voy a decir nada. Voy a seguir viéndote brillar, rodeado de gente iluminada, alegre, feliz. Voy a seguir admirándote igual o más que antes, pero siguiendo mi camino sola, callada.

7 de mayo de 2017

De transfiguraciones y otros miedos

La gente no soporta la indefinición. Perdería la cabeza si alguien le sugiere que la mesa no es mesa en realidad. Que es una construcción de su cabeza en base a preconceptos concebidos y enseñados desde tiempos remotos sin cuestionamiento. Pierde la cabeza incluso si sugerís que la mesa está ahí sólo porque vos crees que existe y es cierta, y tiene lógica, y no sorpresas. Apenas podrían aceptar pensar que además de mesa podría ser madera, objeto, materia. O nada. O todo. Es que es necesario crear etiquetas y hacer clasificaciones para creer que el mundo es conocido y predecible. Fantasear que es seguro, que después de este día va a venir otro. Y después del invierno, la primavera. Aceptar que la realidad no es en verdad lo que creemos, crearía un caos, pero sobretodo, miedo. Miedo a aceptar lo diferente, lo extraño, lo anormal. Pero no por intolerancia o por razones, sino por el terror que supondría descubrir que en realidad tampoco somos algo definido y constante. Que cambiamos cada hora, cada minuto, y cada pensamiento. ¿Alguien podría asegurarnos que las cosas siguen ahí cuando nos las miramos? ¿Podrías acaso asegurar cual es tu rostro real cuando no hay un espejo? Fluctuamos, fluimos, nos transfiguramos. Descubrir acaso que todos somos todo, y a su vez, nada. -M. (escrito en 2015, o 2014, por ahí)